(Cuentos) Tato el gato





A veces cualquier pequeño cambio en la rutina puede marcar tu destino.

Tato, mi gato, era el más débil de una camada de tres, él era tricolor, sus hermanos son de color naranja y el otro bicolor como la madre. El naranja siempre fue el más popular por eso consiguió familia muy pronto, el bicolor tuvo la desgracia de cruzarse con un perro y nos dejó; pero quedó Tato a quien su madre no le hacía mucho caso tal vez por su aspecto de languidez. Tato con paciencia llegaba a tomar leche y comer alimentos, recibía el calor de la perrita de la casa, quien la protegía, contenía, hasta simulaba amamantarlo, quien imagina un perro amamantando a un gato.

Rutina

Nunca maullaba porque si, de mañana muy temprano se levantaba cuando me preparaba para ir a trabajar, se acercaba, con una mirada me pedía su alimento y que le cambie su agua, a la tarde me esperaba cerca del portón desde donde le alzaba y recibía su cariño, a pesar de siempre tener una mirada indiferente siempre estaba allí dejándose mimar siempre.


Un mal Día

El día transcurría normal a última hora recibí una llamada para asistir a mi madre al Hospital, eso cambió mi rutina, no pasaron más de treinta minutos que me pude retrasar. Al llegar a casa, Tato me estaba esperando, ésta vez un poco más afuera del portón, llegué y me encontré con la más dolorosa escena, encontré su cuerpo aún tibio inerte en el piso, había sido arrollado, nunca supe el autor ni tampoco voy a buscar culpables porque ya no me van a devolver a Tato, esta tarde como todas las tardes le alcé por última vez pero ahora ya no va sentir mi cariño, sino unas lágrimas que mojan lo que quedo de él para llevarle a su última morada, con mucho dolor y rompiéndome las manos con la tierra roja y dura despedí a mi compañero a mi Tato. Ya no me recibirá en las mañanas en cuerpo, hoy su plato está vacío pero alguna vez volverá del cielo de los gatos, con otro nombre, otro color y estará con esa mirada indiferente sacándome nuevamente una sonrisa. Él ya me esperaba ese día, tardé un poco, él sintió eso extraño, salió a buscarme y encontró la muerte, y así es como pequeños cambios en tu rutina pueden cambiar definitivamente tu destino.